miércoles, 8 de diciembre de 2010

Es, y será.


Vivimos tiempos extraños, tiempos malos, tiempos jodidos… jodidamente jodidos. Sales a la calle, un día como hoy, 8 de Diciembre, y sientes un calor pegajoso que no logras entender. Hay algo en el ambiente, un olor, más bien un hedor repulsivo, tan dulce que resulta desagradable. El aire está cargado como en una habitación tras horas de sexo, sabe como un almizcle a cuerpos sudados, sucios y satisfechos. No hay nadie a tu alrededor, el Sol ya ha desaparecido del cielo e ilumina la ciudad con una luz sucia, sin vida. Sientes bajo tus pies como si toda esa jungla de asfalto fuese un cadáver descomunal descomponiéndose. Las personas son como los gusanos que roen sus huesos, reptando entre sus tejidos, consumiendo, consumiendo, consumiendo…

Te paras un segundo al borde de la acera como si fuese un precipicio al abismo. Algo te ha golpeado en toda la cara, llegando hasta tu alma. Crees que es imposible pero, cuanto más piensas en ello, más se agarra a tus entrañas. Odio, un tremendo odio. Odias ese olor, odias esa situación, odias a los gusanos que se arrastran por las esquinas, odias el cielo sucio, odias las nubes mancilladas, odias esta sociedad, odias este mundo que se está rompiendo, odias a los culpables, odias al ser humano, odias la evolución, odias a cualquiera de esos dioses de palo, odias, odias, y no puedes parar de odiar.

Y cuando crees que tu odio es tan profundo que podría reverberar en las entrañas del mundo, descubres que ese odio no es más que el principio, es el combustible de otra sensación. Bajas un pie del bordillo mellado y siente el asfalto caliente, tu pie es como una garra que se clava en la roca alquitranada, tus manos se han vuelto zarpas afiladas. Una voz en tu cabeza te susurra que eres la muerte en persona, que podrías arrasar con todo si lo quisieses, que podrías destruir todo ese lugar y luego asaltar lo ultramarinos asiáticos para saciar su sed con un litro bien frío de cerv…

Todo se aplaca. Tu zarpa vuelve tener esos dedos nudosos, con ella rebuscas en tus bolsillos, abres tu cartera, cuentas cuatro discos de metal grabado y te encaminas a efectuar la transacción.

Suena un móvil, efectúas dos llamadas. Pasan 10 minutos. Todo sigue igual, nada ha cambiado. Te sientas en un banco bajo algún árbol maltratado sembrado hace siglo en un parque antaño reluciente y abres esa maza. Ya no estás solo, otros individuos se han unido a ti, otros como tú, tus amigos, tu otra familia.

La luz muere y las botellas se acaban. Las últimas risas mueren entre despedidas y tú vuelves a tu casa. La calle ya no huele tan mal, el mundo ya no está tan jodido.

Te acuestas y, justo cuando el sueño va a romper tu conciencia, siente en el fondo de tu pecho un ligero palpitar metálico, una oscura presencia. Realmente sabes que todo se esta hundiendo en el fango pero crees que todos juntos podréis salvar aunque sea un mísero trocito de realidad donde subsistir, donde sobrevivir.

Vagas ilusiones que sirven para obcecar tu voluntad y evitar que un día salgas a la calle y des rienda suelta a esa necesidad de destruir, matar, quemar, arrasar, erradicar, destrozar y aniquilar que cada día se hace más fuerte.

6 comentarios:

Lady Bird * dijo...

Qué caótico... me gusta =)

Lady Bird * dijo...

Qué caótico... me gusta =)

Antonio Guillén dijo...

El caos siempre es agradable, :D.

Gracias!

Ana Belén García Sánchez dijo...

Sobrecogedor. Acabo de llegar a tu blog y apenas he leído esto. Sin embargo echo de menos cual sería un lugar perfecto para este personaje... Construir, en vez de destruir seguro que le resultaría más alentador. El odio destruye.
Saludos, escribes con mucha fuerza.

Antonio Guillén dijo...

Escribo sobre lo que veo, sobre lo que siento. El odio destruye pero sobre ruinas es más fácil construir que sobre murallas de piedra.

Para este personaje, no hay un lugar perfecto, es un concepto inconcebible, para este personaje hay situaciones, hay personas, hay vivencias que se pueden calificar de buenas, de idílicas, de perfectas (siendo como es este concepto una vaga utopía que sirve para desbordar imaginaciones).

Un saludo y gracias por comentar!

Esta Mujer dijo...

la inevitabilidad me trajo hacia este blog y fue bastante grato. y aunq al parecer ya tiene un rato que lo posteaste, la insuficiencia queda y se posterga igual que la bendita inspiración n.n!