viernes, 15 de enero de 2010

Un amanecer


Amanece.

Incontables pendones de vivos colores fluyen al son de la brisa en un amanecer cargado de frescura y olores dulzones. El Sol legañoso rompe el horizonte asomando su rostro anaranjado, tiñendo las flores, los árboles, las rocas, las nubes de infinitos matices ardientes como si de la hoguera en el hogar se tratase.

El rocío palpita sobre las hojas verdes de la mala hierba, intentando resistir el impulso de saltar al vacío que le supone la tierra terrosa. Las criaturas de la noche, con sus colores oscuros y sus ojos enormes y brillantes, abandonan su cacería y vuelven a sus madrigueras, dando paso a la canción de sus primos diurnos.

Doce melodías de improvisada composición conforman la banda sonora del amanecer, del nacimiento del día. La naturaleza se despereza y nos recibe desplegando toda su hermosura en su instante favorito, desafiando a nuestros sentidos a soportar tales sensaciones que difícilmente se pueden expresar con palabras, pero que una exclamación de apenas un segundo la definen tan magníficamente.

Siempre la oscuridad, el frío glaciar y la soledad de la noche preceden al despertar de un nuevo día, al resurgir de la luz y la calidez. Nunca se debe desesperar en la noche, nunca hay que dejarse llevar por su magia embriagadora que nos oscurece el alma. La luz siempre vuelve, la luz siempre esta a nuestro alcance si sabemos que la noche es tan necesaria e inevitable como el propio día.

2 comentarios:

"Ciudadana del mundo" dijo...

Ciertamente es un gran dilema...xD


No sabía que escribía usted tan bien,yo soy Marta.
Sí si..aquella que mató primero :)

Antonio Guillén dijo...

Se hace lo que se puede, jajaja, aunque lo tengo un poco abandonado...
Falta de tiempo, falta de musa y proyectos de mierda.

:D