jueves, 21 de enero de 2010

Clavo, la leyenda de un heroe 2


Clavo II.


Clavo había perdido la cuenta de esos días grises. Le daban poco de comer y la celda era estrecha y húmeda. Poco podía hacer, pues siempre estaba atado por la argolla del cuello y lo sacaban cada cierto tiempo al patio clavado en el corcho. El patio era la parte superior de un complejo penitenciario conocido como La Cajonera de la Esquina y su alcaide, una alcayata con rosca llamada Alcaytox dominada a sus presos con puño de hierro.
En La Cajonera no solo había centenares de clavos refugiados de los distintos países del continente La Casa de tu Primo, sino que había muchos mas clavos de lugares desconocidos para Clavo, de fuera del continente incluso. También había algunos tornillos, encarcelados por saltarse las estrictas normas del estado de Estudio y es que, en Estudio, la ley era severa, dura y restrictiva. Era un país en el que prácticamente se vivía un estado policial, donde la violencia y el castigo era el premio a resaltar entre la multitud.

Clavo no podía creer lo que estaba pasando. Había oído hablar de las sociedades marciales de los Tornillos, pero aquello era una locura. ¿Quién podía querer algo así?

Pasaron los días y, tras un par de interrogatorios tan innecesarios como infructuosos, dejaron a Clavo en su desastrosa situación: encerrado, atado y sin futuro. Tanta lucha y tanto sacrificio para ahora acabar así, esperando que la humedad y su corrosión le llevasen. Un día en el patio trabó amistad con un tornillo preso, conocido como Torner.

- La cosa esta muy mala.- le contaba su amigo tornillo un día de tantos.- Prácticamente se podría decir que estamos con el agua al cuello y oxidándonos, preparados para morir.
- Esa situación me suena... Maldita sea, Torner, yo vine aquí huyendo de La Plaga y ahora me encuentro prisionero solo por no tener vuestras curvas sinuosas.
- Ja, no te preocupes, según mis contactos fuera de este agujero, al mandato de nuestro tirano favorito le queda bien poco.
- ¿Tirano?
- Claro, nuestro tirano Destornillador. Todo lo semidios que quieras, pero un dictador maniático y violento. Llevamos bajo su mandato desde siempre, ya que Él era el brazo ejecutor de Dios, o eso se supone. Ya nada es lo que nosotros creíamos.
- Si, dicen que Destornillador es familia de Martillo, nuestro padre o algo así. Me crucé con Él a las puertas de Estudio y su poder era increíble.
- Destornillador no se lleva muy bien con él. Lo expulso de aquí cuando vino gritando a los cuatro vientos que La Plaga nos devoraría a todos.
- La Plaga se llevó por delante Cocina entera y yo he visto y he matado a muchos de mis hermanos infectados. Es algo brutal, deformó a los míos hasta tal punto que solo se alimentaban del metal de sus congéneres...
- Eso... Eso es algo atroz.
- Atroz es poco. No se... Creo que el final esta cerca. Aquí en Estudio parecéis estar a salvo pero no creo que haya muchos sitios en este continente donde escapar a la furia de La Plaga. Estudio sucumbirá a la muerte y nosotros estaremos aquí encadenados sin opción a luchar siquiera.
- No te creas.
- ¿No?
- Se esta fraguando una revolución. Dicen que los tornillos de Computadora han renegado del control de Destornillador y este no se atreve a entrar en su territorio.
- ¿Computadora?
- Es una ciudadela aislada sobre el monte Escritorio. Alli se encuentra el foco de la revolución, nuestro líder libertador, el Oráculo llamado Microprocesador, la mente pensante que gobierna Computadora a su antojo. Se rumorea que su conocimiento es infinito porque tiene conexión directa con el otro plano o algo así, yo no lo se muy bien pero a mi me han dicho que pueden tener incluso la cura contra La Plaga.
- ¿Existe una cura?
- Eso dicen... Yo creo que, realmente, es solo una escusa para mantener la esperanza viva, pero que la única salvación contra La Plaga es no contagiarse.
- Con la cantidad de infectados que tiene que haber ahí fuera, va a ser prácticamente imposible... Menos aun aquí encarcelados.
- Esa es la mejor parte. Vamos a salir de aquí muy pronto, todos. Cuando Computadora movilice sus tropas y destronen a Destornillador, todos seremos libres para morir a manos de La Plaga.
- ¡O para luchar hasta el final! No me rendí cuando todos mis seres queridos sucumbieron al oxido y no lo haré ahora. Si me quitan este maldito corcho apestoso, lucharé hasta que solo queden de mi las virutas y el polvo.
- Y yo estaré a tu lado luchando, si señor. Solo tenemos que confiar en que nos saquen de aquí o...
- Termina.
- No, déjalo. Es una locura.
- Créeme. A estas alturas nada se me antoja una locura.
- Pues bien... ¿tú sabes como te castigan aquí?
- Ni idea.
- Usan el torno, que tiene ese nombre porque lo inventó mi padre. No estoy orgulloso de ello, pero, maldita sea, al menos se como funciona. Es un sistema que come la rosca de los tornillos hasta que hablan o, como suele pasar, mueren.
- Eso es horrible...
- Lo se, pero es lo que hay, no soy mi padre. En definitiva, yo creo que a ti no te pueden hacer nada con eso y, como es una maquina que te hace girar sobre una cuchilla, pues puede llegar a romper la cadena que se engancha a tu rosca. Es descabellado, pero si logras liberarte y liberar al resto de presos, seguro que te siguen y luchan contra los carceleros.
- Más violencia y muerte. Hace días que no se de otra cosa...
- Es lo que hay. La libertad merece el sacrificio máximo, y aquellos que te la arrebatan y se la arrebatan a otros sistemáticamente y sin razón, merecen un castigo ejemplar.
- No soy un asesino, no quiero matar tornillos que solo cumplen ordenes.
- No solo cumplen órdenes. Son fanáticos, creen ciegamente en lo que están haciendo y realmente disfrutan con su trabajo. Yo lo he visto.
- Eso supondrá casi montar una guerra, porque no creo que consigamos llegar a Computadora tranquilamente.
- Pues que sea la guerra. Los pueblos deben liberarse a si mismos, pero necesitan un ejemplo a seguir que les enseñe que solo su existencia y su propia vida les da derecho a mantenerla y, llegado el momento, defenderla.
- Bien, lo intentaremos. No se como vamos a superar esto, lo de La Plaga, pero al menos se lo que tengo que hacer para salir de aquí. ¿Serán tan estúpidos como para ponerme en el torno?
- Solo comprobémoslo.- Torner se puso en pie y se golpeó su cabeza con hendidura contra el frío muro del patio. Una mella esquirlada se dibujó donde recibió el impacto y, casi automáticamente, se puso a vocear, gritando que aquel maldito tornillo le había agredido. Los guardias no tardaron en reducirle y en coger violentamente a Clavo, rugiendo que un poco de torno le haría bien. Mientras arrastraban a Clavo a través del patio pudo ver como Torner le daba silenciosos ánimos y como tres clavos le miraban con los ojos desorbitados. Esos clavos tenían una mella en mitad de su estilizado cuerpo, una mella fruto del desgaste provocado por un objeto punzante girando en torno a su cuerpo. Girando en torno...

Maldito Turner... Los tornillos habían aprendido como torturar también a los clavos usando su maquina favorita y ahora estaba a punto de experimentar hasta donde había mejorado su técnica.

No se rendiría. Si había una oportunidad, por pequeña que fuese, de escapar de su situación la utilizaría y haría pagar a esos tornillos del Demonio lo que le estaban haciendo a los restos de su pueblo. Los escrúpulos se apagaron en Clavo igual que la luz mientras le metían por el túnel de acceso. No habría piedad.


CONTINUARÁ...

2 comentarios:

pícara dijo...

Correrán ríos de sangre antes de que conquistemos nuestra libertad, pero esa sangre deberá ser la nuestra.

Ghandi

Antonio Guillén dijo...

"La libertad es como la vida, si te la quitan, mueres."

Eduard Abott, primer mensajero de la Resistencia y la primera voz en alzarse contra la Alianza.


"Bañaremos nuestra gloria en la sangre de nuestros enemigos."

Shiffar, Capitán del Ejercito Imperial de Ansalon.


:D